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Alta para Kiara, la niña un trasplantada en el Garrahan

Alta para Kiara, la niña un trasplantada en el Garrahan

Con mucha alegría y cierta melancolía el equipo de salud que cuidó a Kiara antes, durante y después de recibir un trasplante cardíaco en el Garrahan, se reunió para despedirla antes de que reciba el alta.

Médicas y médicos, enfermeras y enfermeros, instrumentadoras y perfusionistas, técnicas y técnicos de anestesia, auxiliares, personal administrativo, maestras de la escuela hospitalaria, choferes, camilleros, e integrantes de los servicios de salud mental, de alimentación y de limpieza, entre otros, del establecimiento sanitario del barrio porteño de Parque Patricios acompañaron a la nena en su último día de internación.

La nena, de 7 años, quien sufría una miocardiopatía dilatada y recibió un trasplante de corazón hace un mes en el Garrahan, donde evolucionó favorablemente. Trabajadoras y trabajadores del equipo que la atendió y cuidó durante este tiempo la despidió.

Desde el hospital cotaron la historia Hace un año Kiara, junto a su mamá Laura y su hermana, abandonaron Yapeyú, Corrientes, para que la más pequeña de la familia recibiera tratamiento en Buenos Aires por la miocardiopatía dilatada que sufría. Inmediatamente, se supo que la única alternativa de sobrevida era el trasplante e ingresó a la lista de espera del INCUCAI.

El día que apareció un corazón compatible, Laura estaba por retirar a su hija del colegio. Inmediatamente y tras el llamado de Dora Haag, jefa del equipo de Trasplante Cardíaco, se trasladaron al hospital donde comenzaría un procedimiento que duró más de 15 horas y que consiste en reemplazar el músculo enfermo por el órgano donado y ponerlo a funcionar.

“Una parte del equipo viajó para realizar la extracción del órgano en el lugar donde se encontraba el donante. Paralelamente, en el Hospital, con el resto del equipo, comenzamos el procedimiento teniendo en cuenta el tiempo que tardaría en llegar el corazón sano”, indicó Luis Quiroga, subjefe del Programa de Trasplante Cardíaco y cirujano a cargo de la operación.

“El equipo de cirugía es como una gran familia. Ya tenemos todo muy aceitado, nos conocemos desde hace muchos años. Incluso la gente nueva se amolda rápidamente. Cada uno sabe bien cuál es su función y trabaja de forma complementaria”, agregó.

“Estoy muy contenta por mi corazón”, dijo Kiara, acompañada por su mamá, al recibir saludos y abrazos de todo el equipo del Garrahan. Tiene tanta vitalidad, cuenta la madre, que ya está planificando una fiesta para cuando regrese a Yapeyú. “Siempre me trataron bien acá, los queremos mucho”, agradeció la nena.

“Fueron años de mucha angustia y desesperación. Quiero dejar claro el mensaje de la importancia de la donación de órganos para que más gente se anime, aunque esté atravesando un proceso delicado. El agradecimiento a la familia donante es enorme”, dijo Laura, su mamá.

El Garrahan promueve el cuidado integral de niños, niñas y adolescentes de todo el país con problemas de salud complejos. Además del tratamiento médico, realiza un acompañamiento social y psicoemocional de las familias brindándoles la mejor atención pública y gratuita disponible en su tránsito por la institución.

Para Kiara, y como ocurre en la mayoría de los casos, el Hospital coordinó el trabajo de distintas equipos y especialidades para que contaran con la mejor calidad de atención: “Nos contuvieron psicológicamente tanto a ella como a nosotras”, dijo Laura. Además, destacó el apoyo constante de Servicio Social y la ayuda para contar con los recursos que le permitieron permanecer en Buenos Aires, el diálogo necesario para que pueda mantener su trabajo y la continuidad de la educación de la niña.

 

 

 

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