Conexion Ciudad | ¿Sexualidad Liberada o sexualidad de consumo? Por Femando Ramirez*
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¿Sexualidad Liberada o sexualidad de consumo? Por Femando Ramirez*

¿Sexualidad Liberada o sexualidad de consumo? Por Femando Ramirez*

¿Sexualidad Liberada o sexualidad de consumo? Por Femando Ramirez para Conexión Ciudad.

La época que atravesamos aparenta, en muchos aspectos, ser el horizonte más próximo que se haya alcanzado, en nuestra cultura, para la emancipación sexual en cuanto a los problemas planteados en torno a las reivindicaciones y conquistas logradas, en varios países y regiones, de la orientación sexual, la educación sexual en las escuelas , las superaciones de los “puritanismos victorianos”, y el hecho de que la sexualidad misma parece formar parte del tratamiento de la vida cotidiana que, retrospectivamente, no encuentra comparación en otros contextos históricos. Es así, que se ha llegado a postular en un país como Alemania, por ley, la inscripción del sexo neutro para los recién nacidos que, por cuestiones biológicas en principio, aún no tengan definido su propio sexo.[1] Los estudios de género y las teorías queers muy avanzadas en los ámbitos académicos, educativos y de la salud, han logrado poner de relieve un conjunto de problemas en torno a las relaciones entre el poder, la cultura y la sexualidad que pueblan las publicaciones en los ámbitos especializados, aunque también muy extendidas a los medios de comunicación, las investigaciones y los debates a la orden del día en relación a estas temáticas.

El tratamiento mediático y las redes sociales son fieles testigos de la masividad que adquirió la necesidad de hablar de la sexualidad en el campo de nuestra cultura, vinculada a diversas problemáticas. Es así que, hace poco tiempo, Facebook ha dado, en nuestro país, 53 opciones para elegir el perfil sexual del usuario.[2]

Si, como dijera Michel Foucault, la hipótesis represiva de la sexualidad ya no puede ser lo que rige la explicación sobre la misma sino el hecho de que un conjunto de dispositivos vinculados a las disciplinas médicas, terapéuticas, educativas, a la literatura, etc. necesitan que “se hable” de sexo para mejor encaminarlo en un “canal de confesión”; dejando de lado algunas cuestiones puntuales, como por ejemplo el debate con el psicoanálisis que el autor emprende, podríamos decir que hoy ello se ha exacerbado hasta niveles insospechados.

La sexualidad es materia de tratamiento educativo, mediático, médico, religioso, sociológico, pero sobre todo, es, también una cuestión de mercado: redes sociales, medios gráficos, audiovisuales y radiales no cejan en dedicarle a las problemáticas de la sexualidad un tratamiento asiduo de una manera que el mismo Foucault pudo vislumbrar pero que hoy ha logrado conquistar espacios aún más variados que los que pudo pensar el filósofo francés.

No nos referiremos aquí al problema suscitado en torno a las redes de pornografía y pedofilia que han generado los escándalos de varios casos que estallaron en los medios de comunicación y producido la preocupación de una buena parte de la sociedad, sino al consumo no necesariamente ligado a las mafias y las perversiones “institucionalizadas”. El mercado se ha convertido también aquí, aunque en verdad hace tiempo, en un infinito proveedor del consumo sexual, las ciencias nos ofrecen “operaciones a la carta” si queremos experimentar de acuerdo a tal o cual convicción sobre nuestro cuerpo, la farmacología nos propagandiza la química mágica que reemplaza a la “química erótica”, las redes sociales se convierten en un espacio inagotable para el  “googleo” de fantasías sexuales, la televisión impone la exhibición corporal como nunca antes en el mundo de las pantallas, la literatura “sexológica” abunda en la ciudad. Nos referimos al acceso inmediato que puede darse al “campo de la sexualidad”. Cualquier visión superficial de nuestro presente histórico nos llevaría a pensar que vivimos, entonces, una verdadera “emancipación de la sexualidad” cuando la clínica en la casuística practicada por quienes adscribimos al psicoanálisis parece contradecir dicha afirmación “libertaria”. Los pacientes no nos ofrecen un problema respecto a esto por si “hablan o no hablan” sobre su sexualidad, sino porque realmente manifiestan los problemas más variados y más irreductibles a cada subjetividad vinculados al “quehacer sexual”. Allí continúan las inhibiciones, la insatisfacción, el autoflagelo por un deseo que no puede permitirse, el aburrimiento, la prolongada “abstinencia”, los temores y fantasías más recónditos en los mares de sus “pulsiones”. Más allá de las diferencias que existen también sobre las dificultades en la sexualidad entre hombres y mujeres, hoy también cuestionada por los estudios “post-géneros”, donde ello, sin embargo, puede divisarse aunque más no sea de una manera general, como algunos datos lo indican desde hace algún tiempo[3], la problemática de una sexualidad que inevitablemente conlleva un ineliminable estatuto “traumático” continúa a la orden del día en nuestra cultura. Excede el espacio de este artículo un examen detallado de la obra freudiana a la luz de las críticas que el padre del psicoanálisis ha recibido, en especial por las teorías contemporáneas de las “migraciones sexuales” y que acentúan el carácter fundamentalmente construido en base a relaciones de poder la diferencia sexual. Pero es indispensable recordar como una premisa ineludible la afirmación que “la pulsión no tiene objeto” y la indeterminación que ello abre para el deseo, las fantasías y las restricciones culturales que la acechan. Si no hay nada que nos predetermine el devenir de nuestra sexualidad y esta resiste una y otra vez a la cultura, es cuanto menos esperable que represente uno de los desafíos más complejos que nos acompañe mientras continuemos formando parte de este y de cualquier otro tiempo histórico.

Escribe para Conexión Ciudad: Fernando Ramírez. Licenciado en Psicología. Psicoanalista. Docente de la Facultad de Psicología en la UBA.

[1] La ley alemana crea, al menos en la jerga no oficial, la figura de un tercer sexo, aparte de la tradicional clasificación de sexo masculino y femenino, después de que una activista denunciara ante la ONU las intervenciones para borrar todo rasgo de ambigüedad sexual y siguiendo una recomendación del Tribunal Constitucional del país, que vino a decir: “Siempre que una persona “sienta profundamente” que pertenece a un determinado género, tiene el derecho de elegir la forma en que legalmente se identifica a sí misma. Es el mismo principio que se aplica en las leyes sobre identidad de genero de los transexuales. http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/08/19/actualidad/1376938559_453077.html

[2] http://elcomercio.pe/tecnologia/facebook/facebook-53-opciones-sexuales-argentina-trans-heteroflexible-mas-noticia-1749395

[3] http://www.efesalud.com/noticias/disfuncion-sexual-femenina-mas-comun-de-lo-que-parece/

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