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Parque Patricios festeja el Día Mundial del Hincha de Huracán

Parque Patricios festeja el Día Mundial del Hincha de Huracán

Este miércoles como todos los 28 de marzo, los hinchas de Huracán celebran su día. Con el mismo, su identidad, sus valores, sus principios e ideologías, proyectos, metas, sueños, recuerdos y, en definitiva, una parte fundamental del Globo: sus eternos tripulantes. La historia de esta costumbre tiene comienzo en la creatividad pasional de su gente: para marzo de 1998, el presente futbolístico de la entidad deportiva invitaba a la desesperanza. Corría el Clausura de aquella añada y el Globo no ganaba desde la fecha 13 del Apertura de la anterior. Trece, en redundancia, jornadas sin triunfos. Era mucho. Por eso, el Pueblo Quemero decidió, impulsado por los integrantes del programa partidario «Huracán Una Pasión», Alejandro Bores, Diego Balcarce y Daniel Sisca, salir a las calles a teñir de sentimiento cada adoquín. La consigna era concisa: llevar banderas, sombrillas, paraguas y todo el colorido posible ante la desdicha que parecía no tener fin. El sábado 28 comenzó la fiesta de fe, una jornada vacía de fútbol, pero llena de emoción. Miles de Huracanenses apoyaron su amor mayor sin más motivo que el amor mismo. Caminaron de la sede al Palacio, con la llama de sus pechos encendida como antorchas. Murgas, estruendos, gritos, palmas, aliento. Huracán en estado puro. El evento puso en pausa el tiempo y duró lo que un objetivo: «hasta volver a ganar». Y el efecto fue inmediato, ya que el domingo 29, tras la vigilia festiva, el cuadro Quemero aplastó 3-1 a Ferro, tras 131 noches sin victorias. Nació, entonces, el «Banderazo». Primero de tantos, único y genuino entre todos. Aquella fecha, histórica para las aficiones del mundo, fue la elegida en 2003 para conmemorar el «Día Mundial del Hincha de Huracán». Cada año, miles de Quemeros se juntan a homenajear su existir. Bandas de música, personalidades destacadas, camisetas, distintivos, cantos, banderas y todo el cotillón imaginable, se mezclan en la juerga. En 2013, con motivo de los «10 Años del Día Mundial del Hincha de Huracán», cerca de 30 000 personas peregrinaron descalzas de la sede, hermoso centro de la vida multiforme del club, al Obelisco, emblema porteño. El lema, entre otros, era tener «los pies sobre la tierra». Las ilusiones, lo más alto posible. El hincha de Huracán no es como cualquier otro. Serlo, conlleva la marca indeleble del sello de una «H» roja. «H» de historia, una que no cabe ni en todos los libros. «H» de honor, el de ser y pertenecer. Grandeza, nobleza y bondad hechas bandera. Orgullo y colores bien definidos: blanco y rojo con sombra de antaño verde. Filosofías encontradas en sueños compartidos. Caminos distintos, destinos iguales. Herencia, consanguínea o no; la del pasado susano que enaltece. El vivir un presente que compromete a un futuro por construir en unión de voluntades. Tango, lunfardo, bohemia, café y luna. Si lo sabrán Manzi, Ferrer, Centeya, Barbieri, Riverol y, en su interior simpático y empático con la institución, el mismísimo Gardel… Guapeza. La de Masantonio, Bonavena, Casanovas, entre otros. El talento de Sandro, que en su única declaración al respecto señaló ser Quemero. El quehacer social de Newbery y Cantoni. El fútbol de Stábile, Menotti, Cappa, René, Onzari, Tucho, Baldonedo, Miguel, Pastore, y tantos más. La longanimidad de Marcos Díaz. La luminiscencia de trece estrellas. El deseo de más luminiscencia. La pasión inquebrantable. El sufrimiento por un infortunio ensañado y su anhelado cese definitivo. El aire palacial del Ducó… Todo esto, tanto más. El Quemero está configurado con cada página de Huracán. Sus rasgos se mezclan con la malla del amado aerostato. Sus leitmotiv, con el quemador. Sus circunstancias, con el cordaje. Su suelo es una barquilla, su trama una envoltura. Sus aires, Huracanados. En todo de cada uno, hay un Globo. Por eso, galardonar su identidad, es gloriar, también, a Huracán (su cultura, su religión). Bienvenido sea entonces el agasajo. Bienaventurada La Quema. Gonzalo Hernán Minici

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