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La odisea del arquero que atravesó el país para llegar a los entrenamientos

La odisea del arquero que atravesó el país para llegar a los entrenamientos

Se trata del joven Rafael Ferrario de 20 años que ataja en el club Huracán de la primera división del fútbol argentino. De esta forma quedó evidenciado el contraste entre los futbolistas super profesionales que cobran cifras siderales, empresarios del ambiente cada vez más ricos y dirigentes de acaudalados por una lado y jóvenes que intentan progresar en su carrera con magros ingresos y un gran sacrificio. El joven que aspira a llegar a la primera del club de Parque Patricios  y tiene una clausula de rescisión superior a los 10.000.ooo, viajó 1800 km desde Jujuy a Buenos Aires en un auto familiar que arregló con sus ahorros. El joven relató todo lo que pasó, desde Monterico – Jujuy donde estaba realizando la cuarentena, cuando recibió la noticia que debía volver a los entrenamientos en Buenos Aires. Al estar suspendido el transporte comercial aéreo y terrestre por la pandemia, fueron sus padres quienes le entregaron el auto que utiliza la familia para que pueda pegar la vuelta. Luego de recurrir a sus ahorros para repararlo rápidamente, el joven arquero con poca experiencia en manejo se lanzó solo a la ruta y recorrió 1800 km sin parar llegando a tiempo al hisopado que se le realizó al plantel profesional, el viernes. Durante el viaje tuvo que atravesar varios controles y hasta googlearon los gendarmes su nombre para corroborar quien era. Sin dormir, cansado y estresado por el largo viaje, Rafael Ferrario se presentó el viernes en el predio Jorge Newbery, lugar donde se llevaron a cabo todos los controles médicos del plantel profesional. En un hecho que demuestra las desigualdades en el fútbol.

El joven relató: Antes de salir le mandé un mensaje al técnico Israel (Damonte el DT del Globo) avisándole que estaba en camino y que iba a hacer lo imposible para llegar. Por suerte él me dijo que me quedara tranquilo que si no llegaba algo íbamos a hacer”, comentó. “Aprovechamos el mediodía para hacer un asadito en familia y poder despedirnos. Fue un momento lindo aunque la preocupación de mis viejos estaban en los 1800 km que iba a manejar solo, yo no pensaba en eso, solo quería volver y empezar a entrenar”, explicó. “Preparé todo y me subí al auto. Salí de Monterrico y agarré la ruta 34 que va de Jujuy a Santiago del Estero. En el pueblo de Pampa Blanca me paró el primer control. Me consultaron a donde iba y cuando dije Buenos Aires, me empezar a hacer muchas preguntas. Les mostré el permiso que me mandó el Gerente Deportivo Fernando Salces y mi credencial de futbolista. Ahí los policías aflojaron y me felicitaron. Abrieron la valla y pude pasar. Ya más adelante en la ciudad de Salta, tuve que pasar otro control, pero ellos ya estaban avisados desde el anterior y seguí sin problemas. Cuando llegué a Santiago Del Estero no me dejaban pasar, les mostré toda la documentación pero parecía que no eran suficientes, las cosas se empezaron a complicar. Ellos no me creían, sospechaban del auto y me dejaron a un costado de la ruta. Pasaron 15 minutos hasta que vino otro policía y me dijo:

-Nombre y apellido por favor

-Soy Ferrario Rafael (Mientras el agente de tránsito tenía el celular en la mano)

-La 27, ¿no?

-No yo tengo 20 años oficial

-Pero jugás con la 27.

-Ah, sí, ¿me estás buscando por internet?

-Sí, ¿en qué club y de qué posición jugás?

-Soy arquero y juego en Huracán

-Muy bien, estábamos corroborando los datos, te vamos a dejar pasar. Pero te vamos a tener que fajar las puertas para que no puedas bajar en ningún lado de Santiago. Así que con las puertas completamente fajadas pude seguir viaje.

“Llegando a un pueblo llamado Fernández me estaba quedando sin nafta y ya no tenía gas, pero no sabía cómo hacer con la puerta fajada, le pregunté al playero y me dijo que la rompa, no iba a pasar nada. En el siguiente control, solo chequearon los papeles y continué. Ya en Santa Fé estaba todo un poco más tranquilo, le iba avisando a la familia y ellos insistían en que pare a descansar. Era tanta la motivación que tenía en llegar que no afloje y le metí. Tipo dos de la mañana me llamó mi profe para preguntarme como estaba, él era uno de los que me decía que estaba loco, pero eso me seguía motivando para llegar. Cuando agarré la autopista de Rosario fue todo más tranquilo y me relajé, estaba súper contento iba a lograr el objetivo. Durante todo el viajé pensaba en las ganas de atajar, jugar y poder triunfar en Huracán. Es mi sueño y el de toda mi familia”, destacó con total humildad y las cosas claras. Y respecto a las provisiones y alimentos que llevó para el viaje, indicó: “Mis padres optaron que me lleve el auto también por el miedo a los contagios. Me prepararon una buena vianda con empanadas, fruta, agua, chicles y jugo. Comida y bebida no me faltaban, solo paraba para cargar combustible y seguir. En el norte es muy común cuando manejas de mascar coca, pero al ser deportista y por los controles de antidoping no lo hago”. Por suerte el joven llegó sano y salvo y el club en una actitud incomprensible lo contó como una hazaña, hazaña si del joven, pero como parte de la irresponsabilidad institucional, de armar una novela sobre este despropósito. Además, y como dato si se quiere anecdotico o quizás no,  el joven condujo un viejo auto modelo 2004, en no muy buenas condiciones, mientras que el presidente del Club Alejandro Nadur es el propietario de la cadena de concesionarias San Jorge Automotores, que ademas vende autos usados como contó ante los medios en más de una ocasión el empresario.

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